Cuando se habla de Black Sabbath se piensa en la época Ozzy o
en la época Dio pero, como bien saben los seguidores de la
saga, Black Sabbath es mucho más complejo.
En el año 1987 Tony Iommi intentaba mantener a flote el
nombre de Black Sabbath. Las idas y venidas de diferentes cantantes
(Ian Gillan, Glenn Hughes, Ray Gillen) y los
problemas con la discográfica, no le ponían las cosas nada fácil al bueno de Tony.
La grabación del disco fue muy costosa y agotadora por varias razones: Ray Gillen se marchó a mitad de grabación del disco, hasta tres productores pasaron por la mesa de sonido, baile de bajistas y baterías...desde luego no era la mejor situación para que Iommi pudiese grabar un disco de forma placentera. Finalmente fue Chris Tsangarides el productor que, en aquella época, estaba muy cotizado y consiguió un sonido realmente compacto y poderoso. Tony Martin fue el elegido para las voces y re-grabó las pistas de voz que había dejado ya grabadas el genial Ray Gillen. Bob Daisley y Dave Spitz al bajo, Geoff Nicholls a los teclados y Eric Singer a la batería conformaban estos nuevos Black Sabbath. La gira fue también un constante cambio de músicos, a excepción de Martin y Nicholls que se mantuvieron en Sabbath durante algunos años.
Todo y el buen nivel de las composiciones y la buena voz de Tony
Martin, el disco fue un fracaso en ventas, tanto en USA como en Inglaterra,
lo que propició la salida de Black Sabbath del sello Warner.
El inicio del disco no podría ser mejor, con una poderosa y épica , The
Shinning, cuyo riff puede mirar de tu a tu a los Black
Sabbath de la época Dio.
Unos enigmáticos teclados dan paso al siguiente tema, Ancient
Warrior, con otro riff inspiradísimo de Tony Iommi.
La voz de Tony Martin se ajusta como un fino guante y
demuestra que puede llevar las riendas de Black Sabbath con
mucha dignidad.
Glory Ride es uno de mis temas preferidos. Un tema duro, con un riff grandilocuente
y, de nuevo, un solo inspiradísimo de Iommi, apoyado por los
teclados de Geoff Nicholls.
Scarlet Pimpernel es un tema instrumental con teclados y guitarras acústicas con
cierto aire medieval. Un interludio mágico y tranquilo que abre paso al tramo
final del disco, con la rápida Lost Forever.
The Eternal Idol es el tema que cierra el disco. A falta de la fantasmagórica voz de Ozzy,
los teclados de Nicholls ayudan a crear la atmósfera siniestra
que requiere el tema. Un tema denso y pesado, puro Sabbath.
The Eternal Idol fue el primer paso que encaminó a Black Sabbath hacia
una nueva etapa, en la que llegarían a grabar hasta cinco discos con Tony
Martin a las voces. Es de agradecer que Iommi tuviese
la fuerza de voluntad para tirar adelante el proyecto Sabbath.
Quizás sea porque fue mi primer vinilo de Black Sabbath, pero
para mí es el mejor disco de su época con Tony Martin (todo y
que he de reconocer que tanto Headless Cross como Tyr son
dos grandes discos).
En 2010 se editó una Deluxe Edition con un CD que incluía todo el disco
grabado íntegramente por Ray Gillen, que hasta entonces corría de
forma no oficial. Una buena oportunidad para escuchar el buen trabajo que hizo el
malogrado Gillen con estas canciones. Pocas veces se tiene la
oportunidad de escuchar dos discos grabados por dos cantantes diferentes. Cosas
del inconmensurable universo Sabbath.
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