Couldn’t Stand The Weather fue su segundo trabajo, la
continuación del también imprescindible Texas Flood. Para
este segundo disco contó con su inseparable banda, los Double Trouble,
o lo que es lo mismo Tommy Shannon al bajo y Chris
“Whipper” Layton a la batería. Double Trouble eran,
sin duda alguna, una de las más sólidas bases rítmicas de la historia de la
música blues. Dos músicos perfectos para acompañar al huracán Vaughan,
tanto en estudio como en directo.
Stevie Ray Vaughan aprendió a tocar la guitarra de forma didáctica,
inspirandose en sus grandes héroes del blues: BB King, Albert
King o Lonnie Mack. Desde que adquirió, a sus 20 años, la
destartalada Fender Stratocaster a la que llamó Number
One, nunca más se separó de ella. Y la Number One es, como
no podría ser de otro modo, la protagonista absoluta de todo el disco.
Couldn’t Stand The Weather desprende, desde cada uno de sus
surcos, aroma a bourbon y a polvo de desierto tejano. Te transporta, desde su
primer tema (el frenético Scuttle Buttin’) a cualquier bar de
mala muerte en medio de una autopista polvorienta del sur de América.
Couldn’s Stand The Weather, el segundo tema del disco, cambia de
tercio y nos ofrece varias facetas del estilo de Stevie, con unos
excelentes riffs, cambios de ritmo equivalentes a los cambios de tiempo de los
que habla la canción y unos solos inspiradísimos.
The Things (That) I Used To Do es el típico standard de blues,
donde la guitarra de Stevie, acompañada por la de su hermano Jimmie
Vaughan, se recrea y nos llega al alma con cada nota.
El espíritu de uno de sus mayores ídolos, Jimi Hendrix, se
aprecia en cada surco del disco. No en vano la versión de Voodoo Chile es,
sin lugar a dudas, la mejor versión que jamás se ha hecho de este gran tema. La
mítica introducción, con el pedal wha-wha, hace que la Number
One suene igual o mejor que la Fender del maestro.
Puro fuego.
Cold Shot y Honey Bee son dos blues con mucho
ritmo tejano, con ese ritmo que sólo algunos de los grandes bluesmen de Texas,
como Billy Gibbons y el mismo Vaughan, poseen.
Dos temas con los que es imposible quedarse quieto e intentar emular la
endiablada guitarra de Stevie.
Tin Pan Alley es otro de los momentos álgidos del disco. Un tema que es puro
sentimiento y elegancia. La guitarra de Stevie suena delicada,
tierna, te susurra al oído, te atrapa y se desnuda ante ti. Uno de los
blues definitivos de Stevie que, todo y ser una
versión de Bob Geddins, lo hace totalmente suyo.
Dicen que cuando SRV salía decepcionado de algún concierto porque, según él, había estado poco inspirado bajaba del escenario con cara de pocos amigos, tomaba un trago y mascullaba "hoy he tocado como un blanco". Dudo que Stevie tuviese alguna mala noche.
Salud.
No hay comentarios :
Publicar un comentario