Hay momentos que se quedan clavados en la memoria y
sabes que seguirán ahí siempre. El domingo 27 de octubre de 2013 estaba en la
cola del festival ‘In-Edit Beefeater’ para ver Muscle Shoals -excelente
documental dirigido por Greg Camalier- cuando me enteré de la muerte de Lou
Reed. El pasado jueves, 21 de abril de 2016, cerveza en mano 20 minutos
antes de entrar a ver a Chris Cornell, supe que Prince había
muerto -otro grande que nos dejaba este año-.Es inevitable comparar esos dos
instantes para cualquier persona que ame la música y lo haya vivido de una
manera u otra.
Cornell
salió entusiasmado, con un Liceu prácticamente lleno, dándole la mano a
las primeras filas y acordándose de la gente que estaba en las gradas
superiores. Con buen sentido del humor y con ganas de gustar y demostrar que,
si no está con Soundgarden, es porque en estos momentos está disfrutando
con lo que hace.
Foto: Xavier Mercadé |
Después de You Can’t Change Me –uno de sus
mejores temas en solitario- se enfundó una harmónica y versionó Times They Are
Changin’ de Bob Dylan, adaptando, como el propio Cornell
indicó, parte de la letra a tiempos más ‘modernos’. Cuesta imaginarse a Cornell
en la piel de un músico folk y/o protesta. Los 90 y su música nunca
fueron eso y se me vienen a la cabeza muchos otros temas del viejo Dylan
que a Cornell le sentarían mejor.
Nearly Forgot My Broken Heart con Bryan Gibson a la mandolina dio pasó a la
primera ovación de la noche. Like A Stone y, especialmente, Fell on
Black Days, pusieron al público en pie: ver camisetas de Soundgarden
en el Liceu no es una cosa que suceda todos los días.
Después de una extraña versión mezclando el One
de U2 con el de Metallica – tema que se podía haber ahorrado –
sonaron Doesn’t Remind Me, Getaway Car, Say Hello To Heaven
y Blow Up The Outside World para satisfacer a un público totalmente
entregado.
You Know My Name, banda sonora del mejor James Bond, dio paso a una corta pero
intensa versión del Billie Jean de Michael Jackson antes de uno
de los momentos más esperados: Black Hole Sun, Rusty Cage y I Am
The Highway sonaron maravillosas en versión acústica, aunque Cornell
sabe darles un regusto más eléctrico jugando con los pedales y el
acompañamiento del cello.
Foto: Xavier Mercadé |
Sunshower,
segunda incursión cinematográfica de la noche, sirvió de pausa antes de una
majestuosa Hunger Strike y una gran versión de A Day In The Life
de los Beatles, jugando una vez más con los pedales, antes del bis.
Cornell
volvió al escenario para volver con un último
guiño a Temple Of The Dog, Wooden Jesus, que consiguió a
emocionar a todo el Liceu.
Seasons, Josephine
y Higher Truth, que sonaron mucho mejor en directo que en es estudio, cerraron
una velada con un Cornell completamente entregado y que demostró, aunque
a muchos les pese, mantenerse en perfecto estado de forma y seguir teniendo una
de las voces más desgarradoras del rock. Es cierto que seguiremos
anhelando una vuelta definitiva de Soundgarden pero con veladas como las
del pasado 21 de abril, menos.
Texto: Dani Garcia
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