Reconozco que me
atraen esos discos un tanto denostados, supuestas obras menores, de bandas consagradas
con una extensa discografía. Discos cómo el Come Taste The Band de Deep
Purple, el Flick Of The Switch de AC/DC
o el Born Again de Black Sabbath serían algunos buenos
ejemplos. Todos ellos de calidad indiscutible, que hubiesen merecido todo el
reconocimiento del mundo pero que, por diferentes motivos, no fueron bien
recibidos en su día ni por fans ni crítica. Incluso, en muchos casos, algunas
bandas reniegan de ellos condenando un puñado de buenos temas al ostracismo
total, sin incluirlos jamás en sus directos.
En el caso de Aerosmith encontramos un par de buenos
ejemplos: el Rock In A Hard Place
(1982), único disco sin Joe Perry y
con Jimmy Crespo como brillante
substituto, es el primero que me viene a la cabeza. Aunque curiosamente su
siguiente disco, este Done With Mirrors
(1985), también entra dentro de la categoría de disco menor…y eso que, a priori,
lo tenía todo a favor para triunfar a lo grande: era el primer disco que grababan con la
todopoderosa Geffen así que por
promoción y medios no había problema y, además, marcaba el regreso de la
formación clásica, de nuevo con Joe
Perry y Brad Whitford a las
guitarras.
Joe Perry abandonó el grupo a finales de los 70s y, a
principios de los 80, Brad Withford
hizo lo mismo. A pesar de la deserción de ambos guitarras y la espiral de
adicciones en las que estaban inmersos lo que quedaba de grupo, Steven Tyler, Tom Hamilton
y Joey Kramer consiguieron mantener
a flote la nave de Aerosmith. A mediados de 1984 la banda se juntó para dar una
serie de conciertos que acabaron en reunión oficial, culminando con el anuncio
de este Done With Mirrors a finales
de 1985.
El reputado
productor Ted Templeman (conocido
sobre todo por su trabajo con Van Halen)
fue el encargado de producir el disco. Para capturar el sonido salvaje de los
directos del grupo Templeman apagaba la luz roja del estudio de grabación mientras la banda tocaba los temas, de este modo nunca sabían cuando los grababan . El truco, a priori efectivo, no hizo más que crispar los nervios de los de Boston. Además la banda tampoco quedó convencida con el sonido final del disco. Joe Perry asegura que la mezcla no es de su agrado y que algunos de sus solos suenan excesivamente
bajos.
En cuanto al disco en si, se abre
de manera espectacular con Let The Music
Do The Talking. Un tema rápido y crudo con unos Aerosmith que suenan rejuvenecidos, compactos y
frescos. La canción fue rescatada del proyecto en solitario de Joe Perry actualizada aquí con un
sonido más vigoroso y con un texto diferente. Con el siguiente tema, My Fist
Your Face, no bajan revoluciones, puro hard
rock 70s.
Poco importa que Joe Perry afirme que nunca le ha gustado este disco o que
Joey Kramer asegure que la banda
nunca acabó de pulir las canciones: Aerosmith suenan aquí como en sus
mejores tiempos. Todo está ahí: poderosos riffs
rockeros (Gypsy Boots, The Reason A Dog),
estribillos con gancho, los inconfundibles gritos de Tyler… She’s On Fire, The Hop y Shela son algunos temas dignos de un buen retorno y que hubiesen
merecido mejor destino. Darkness cierra el disco de forma muy elegante con un
piano cabaretero de Tyler que es toda
una delicia.
Folleto interior que acompaña al vinilo, por si se quieren hacer pedidos de merchandising oficial |
Por cierto que la idea de la portada siempre me ha parecido horrible...pero sí, yo también he puesto la dichosa carpeta unas cuantas veces delante del espejo para leer los créditos!!.
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