Puede parecer un
tópico, pero a The Muggs les encanta
tocar en Barcelona. Más concretamente en la sala Rocksound. El idilio entre la
banda y dicha sala surgió por culpa de la erupción del volcán islandés en 2010,
que obligó a cerrar el transporte aéreo en toda Europa. The Muggs se quedaron unos días atrapados en Barcelona y ¿qué
hacer? Pues alojarse todas las noches en la sala Rocksound, inflarse a chupitos
(cortesía de Antonio, el co-propietario) y disfrutar de la variada oferta rockera de la sala. No es de extrañar
pues que, en cuanto la banda cruza la puerta de la pequeña sala
barcelonesa, se encuentren como en casa, pero además de verdad. Y todo ese amor
fue correspondido la noche de domingo con una contundente y apasionada descarga
en la que el power trio de Detroit se
entregó totalmente ante un público fiel y ávido del mejor blues-rock.
Sin más dilación
empezaron la liturgia rockera con Doc Mode, de su primer disco. Ni un
tema más tardaron en mostrar sus respetos hacía Rory Gallagher con dos versiones (Mississippi Shakes y I Take
What I Want) a la altura de la leyenda. No en vano Danny lucía una bonita camiseta del añorado guitarrista irlandés.
La sorpresa, para
aquellos como yo que no los habíamos visto aún en directo (y eso que aseguraron
que esta era la quinta vez en esta sala), fue el sonido del teclado Fender Rhodes de Tony que, conectado a un amplificador y cabezal de bajo, suena
realmente como tal. Seguro que más de uno buscó, sin éxito, el instrumento de
cuatro cuerdas. Tiene mucho mérito que, a pesar de su minusvalía (Tony sufrió un derrame cerebral en 2001
del que le han quedado evidentes secuelas físicas) haya querido continuar con The Muggs adaptando el bajo al teclado.
Y son, precisamente,
las sólidas líneas de bajo de Tony,
junto a la impecable batería de Zach,
las que permiten que Danny de rienda
suelta a sus solos más apasionados: Should’ve
Learned My Lesson, el desenfrenado boogie
de White Boy Blues o Said & Done son buena muestra de
ello…aunque, a decir verdad, cualquier tema hubiese servido de ejemplo ya que Danny es un verdadero torbellino, capaz
de extraer las notas más salvajes de su inseparable Gibson.
The Muggs tiene un directo indomable, dignos portadores de
ese “sonido Detroit” que consolidaron bandas como MC5 o The Stooges. Never Know Why sonó tremenda, una
mezcla entre los solos de Jimmy Page
y los riffs de los primeros Black Sabbath para pasar luego, como
quien no quiere la cosa, a marcarse un espectacular Something Inside Me de Elmore
James que sonó a gloria, a delicioso blues
pantanoso.
La animada Get It On dio paso a otra versión, esta
vez de sus adorados Beatles, una
asilvestrada Yer Blues que sonó de
maravilla.
Con una extensa Rattlesnake Shake (de los Fleetwood Mac, época Peter Green) y un inspiradísimo Danny
que parecía a punto de caer extenuado en cualquier momento, finalizaron dos horas de puro rock, con
un público insaciable que aún pedía más. Buena señal.
The uggliest band
in the world, cómo ellos mismos se presentan, prometieron volver pronto con nuevo disco bajo el brazo. Seguro que Rocksound será para obligada.Para muchos de nosotros también.
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