viernes, 11 de mayo de 2018

God Is An Astronaut - 09/05/2018 - Sala Razzmatazz2, Barcelona.


Nunca me he fijado mucho en las etiquetas que se les puede poner a un estilo u otro. Jamás entendí, por ejemplo, que en los 90 a ciertas bandas se las llamase Grunge. Para mí no dejaba de ser Rock’n’Roll. Muy alejado de las bandas que empecé a escuchar de adolescente, pero Rock’n’Roll igualmente.
Sin embargo, hace un tiempo sí me fijé en una: el Post Rock. Mis adorados Pelican y Russian Circles, MONO, Native Daughters, Tuber, Toundra, Godspeed You!, Black Emperor…son miles las bandas que viven de esos sonidos envolventes y, en algunos, casos se endurecen y estremecen con sonidos más Doom y pesados. Parte de ello se lo debo a gente como Manuel J.Gonzalez Florit, Carlos Martinez Peloto, Luis Guillamon o Stephen Fabes, a los que les con este post les agradezco su buen gusto y recomendaciones.
Por todo, y con el buen sabor de boca tras su concierto de 2016 en la Sala Apolo, no me lo pensé dos veces cuando vi que God Is An Astronaut volvían a Barcelona para presentar su nuevo trabajo, Epitaph. Sin estar entre mis favoritos del estilo, en directo son una máquina 100% engrasada que sonó perfecta en un Razzmatazz 2 que, pese a no llenarse, fue una excelente anfitriona para el precioso y simplista juego de luces y sonido de los irlandeses.

La majestuosa intro de Epitah y Mortal Coil sirvieron de entrada para lo que se iba ver durante toda la noche. God Is An Astronaut juegan a elevarte en el momento justo para luego hacerte descender suavemente. Si te subes a su viaje es muy difícil bajarte. The End Of The Beginning, de 2002, fue el primer guiño al pasado de la banda, destacando la línea de bajo de Neils y el coqueteo electrónico de Torsten.


‘Frozen Twilight’ y ‘All Is Violent, All is Bright’, con ese brillante final, continuaron y expandieron esa variedad de matices: guitarras limpias y cristalinas, que de repente se vuelven violentas y distorsionadas. Una gozada.

El cuarteto siguió moviéndose entre su último trabajo, cuyas críticas han vuelto a alabarlos, con temas de grandes discos anteriores: Seance Room o Medea combinaron perfectamente con momentos tan imprescindibles como Fragile, la bellísima Forever Lost, uno de mis temas favoritos de su discografía, o la ovacionada Suicide By Star.

Helius Herebus, de su anterior álbum de 2015, sirvió como telón a ese maravilloso fondo estrellado de algo más de hora y media de atmósferas densas llenas de intensidad. Sonando más duros que en estudio, God Is An Astronaut ofrecieron un show redondo que incluso en los momentos más tranquilos bañaron la calma de pura y bella violencia. Enormes. 

Texto y Foto: Dani S. Garcia

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