Hablar de Ramones es hablar de un estilo de vida. Los Ramones,
los eternos adolescentes, siempre cabreados con sus contestatarios "I
Don't Wanna, I don't Care, I Can't..." . Rabietas tan efímeras como la
duración de sus temas.
En el año 1977 el movimiento Punk estaba a punto de
eclosionar. Ramones, desde América, fueron unos de los detonantes
de dicho movimiento, por mucho que le pesase al malcarado Johnny Ramone.
Éste siempre renegó del movimiento Punk e intento, en
vano, que no metieran a Ramones en el mismo saco que a los Sex
Pistols. Muy a su pesar esa actitud enfadadosa de los Ramones, su look callejero
con las eternas chupas de cuero y los tejanos rotos quedarán para siempre
asociados al movimiento punk-rock.
Para Johnny el rock tenía que ser crudo, directo, sin
arreglos artificiales, había que despojarlo del envoltorio y quedarse con la
esencia. En esos años el rock sinfónico estaba en auge y las grandes
bandas de rock, como Led Zeppelin o Deep Purple,
reinaban por todo lo alto pero para muchos jóvenes eran grupos endiosados y anquilosados
que poco tenían que ver con la rebeldía del rock'n'roll. Johnny y
el resto de la familia Ramone estaban hartos de tanta
opulencia en el rock, querían demostrar que con actitud y cuatro acordes
también se podía triunfar. Ellos eran el perfecto ejemplo de que cualquier
chico de la calle podía coger una guitarra y expresar su rabia, sin necesidad
de explayarse durante 20 minutos con solos sesudos y onanistas.
Para este tercer disco contaron con un presupuesto más elevado y, por lo
tanto, con un sonido más pulido. El disco está repleto de composiciones
sencillas, pero con mucha fuerza, que se convirtieron en himnos perennes como Cretin'
Hop, Rockaway Beach, Sheena Is A Punk Rocker, We're
A Happy Family o Teenage Lobotomy.
A lo largo de todo el disco hay una clara influencia de la música surf y
el rock de los años 50s, que tanto le gustaba al bueno de Joey Ramone.
Buena muestra de ello son las divertidas versiones de Surfin' Bird de The
Trashmen o Do You Wanna Dance? de Bobby
Freeman (que también habían versionado posteriormente sus adorados Beach
Boys y Cliff Richards).
Es difícil quedarse con un sólo disco de los Ramones pero, desde luego, este es uno de los más influyentes y recomendables...Gabba, Gabba, Hey!!
Allí adquirí el libro “Commando, The
Autobiography Of Johnny Ramone”, un libro imprescindible para todos
aquellos amantes del grupo.
Así que ya sabéis, si tenéis la oportunidad de
pasar unos días por Berlín buscad el Ramones Museum, vale la pena la
visita.
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