Cuarto disco de Imelda May y, por si aún alguien tenía
alguna duda, la confirmación definitiva de que Imelda consolida una sólida carrera musical.
Se nota que esta
mujer creció en un ambiente musical exquisito. Ventajas de ser la menor de cinco hermanos que le transmitieron la pasión por la música de raíces rock, blues y folk. Así pues su
menú diario se componía de Eddie Cochran,
Buddy Holly, Elmore Jomes y bandas irlandesas más rockeras, como sus queridos Thin
Lizzy. Todo ese poso musical no podía dar un mal resultado y, en el caso de
Imelda, se traduce en una forma de
ver la vida y de entender la música. Aquí no hay nada impostado, Imelda vive y exuda rock’n’roll las 24 horas del día. Y eso
se nota en cada concierto, entrevista y disco.
El disco se abre
con Tribal y Wild Woman, donde Imelda
asegura que lleva una mujer salvaje dentro que no puede evitar contener. Un inicio
enérgico y contundente. Dos temas en los que la banda suena como una apisonadora.
Su marido, Darrel Higham, hace un
trabajo genial a las guitarras a lo largo de todo el disco y la base rítmica formada
por Al Gave al bajo y contrabajo y Steve Rushton a la batería es infalible.
Gypsy In Me se abre con un pomposo solo de Darrel para dar paso a la encantadora,
dulce y embriagadora voz de Imelda.
Un tema delicioso con un fantástico aire añejo. Le sigue otra balada, Little Pixie, un tema basado en una
nana de los años 50s, donde se crea un ambiente cálido y tranquilo para arropar
la angelical y sensual voz de Imelda.
Me puedo imaginar perfectamente la escena de un film noir con nuestra heroína cantando alguno de estos temas, seduciendo a todos los tipos duros.
Si a estas alturas del disco no has caído
enamorado a los pies de Imelda, es
que eres de piedra.
Con Hellfire Club (que bien podría formar
parte de Abierto Hasta El Amanecer
de Tarantino/Rodriguez) y la
acelerada Five Good Men vuelve la Imelda más dura, despertándonos del placentero
letargo inducido por sus dos anteriores temas. La guitarra de Darrel escupe fuego con unos solos incendiarios.
Y volviendo a las
referencias cinematográficas Wicked Way
nos recuerda a los films del David Lynch
más surrealista. Es una canción que suena misteriosa y seductora al mismo
tiempo, como si de un sueño húmedo se tratase. La trompeta de Dave Priseman hace que el tema adquiera
un aire muy burlesque.
Y como buen disco
de rockabilly no faltan los temas
divertidos, optimistas y bailables como el single Good To Be Alive, Round The
Bend o I Wanna Dance.
Definitivamente Imelda May es,a día de hoy, la reina absoluta del rockabilly. Sus directos son demoledores.
Es la front-woman definitiva con un
carisma y una clase desbordantes y ha publicado, el que es para mí, su mejor
disco hasta la fecha.
Estoy de acuerdo en todo, la Imelda mas dura y acerada, soy de los que vibra con este disco de la irlandesa.
ResponderEliminarSaludos
Es que como para no vibrar con este pedazo de mujer!!
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