No hay duda de que Sharon Jones ha sido siempre una
luchadora. Ha trabajado duro para hacerse un merecido hueco en una escena Soul
revival a menudo repleta de pseudo divas prefabricadas
cantando temas clónicos y vacuos de consumo rápido.
En palabras de la propia Sharon «el problema es que era
demasiado fea y gorda para entrar en los estándares del mercado» pero ella
ha triunfado por méritos propios, sin necesidad de adaptarse a una anquilosada
industria musical: simplemente se ha hecho respetar. Y eso tiene mucho
mérito.
Retreat! abre el disco de forma enérgica, con una letra profética en la que
parece hablar metafóricamente de la enfermedad a la que se ha tenido que
enfrentar. A pesar de lo que pueda parecer la propia Sharon dice que la canción la tenían compuesta mucha antes de sufrir
su enfermedad.
El disco, como suele ser habitual en Sharon, nos transporta a
los sonidos Motown y a lo mejorcito del Soul y
el Funk de los 60s y los 70s. Sólo hace falta que pinchéis el
segundo tema Stranger To My Happiness (mi tema preferido de todo el disco...esa adictiva sección de viento!!) o el Making Up
And Breaking Up para que entendáis de que os hablo.
We Get Alone es un encantador medio
tiempo al más estilo Sam Coke o Curtis Mayfeld,
donde la voz de Jones suena
realmente seductora, arropada por unos coros angelicales de The Dapettes.
Los metales, con un sonido netamente Stax, están omnipresentes
a lo largo de todo el disco envolviendo, de manera elegante y magistral, la
portentosa voz de Sharon Jones.
En People Don't Get What They Deserve, Sharon Jones se
erige como portavoz del pueblo oprimido y se queja de que la buena gente no
recibe lo que merecen y unos pocos viven muy bien...no sé de qué me suena.
La grabación se ha hecho prácticamente de forma analógica, manteniendo una
calidez muy agradable a lo largo de todo el disco. La mezcla, como en los años
dorados del género, mantiene la voz de Sharon en el centro y el resto de instrumentos repartidos a ambos
lados del estéreo.
El caso de Sharon Jones es una demostración de que nunca
puedes rendirte si tienes un sueño. Ha pasado por infinidad de trabajos bien
dispares, incluyendo funcionaria de prisiones, combinándolos con
conciertos en bodas e iglesias hasta que su buen amigo, el bajista y compositor Bosco
Mann, la invitó a unirse a sus Dap-Kings. Fue a partir de
entonces cuando, con más de cuarenta años, empezó a disfrutar del merecido
éxito que llevaba tantos años buscando.
Este, para mi gusto, no es su mejor disco pero es un buen conjunto de
temas en la más pura tradición R&B, con una calidad fuera de toda duda y con un optimismo desbordante.
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