Vi por primera vez
este concierto en el programa Sputnik
de la cadena catalana C33. Poco me
imaginaba que aquel concierto, grabado por la otrora indispensable MTV americana, me dejaría en estado de shock. Siendo aún un pre adolescente y
conociendo únicamente a la banda por el clip promocional de You Could Be Mine, ver a aquellos cinco
salvajes en aquel pequeño escenario me voló, literalmente, la cabeza. Por
suerte lo grabé en VHS y pude visionarlo
cientos de veces más. Aquellos tipos desprendían peligro y Rock'n'Roll por los cuatro costados. Sucios, macarras, adrenalíticos...la
quintaesencia del rock callejero.
Lástima que les durase tan poco y pasasen, del día a la mañana, a llenar grandes
estadios perdiendo la esencia por el camino.
Pero esa noche en el Ritz hubo magia sobre el escenario, verdadera magia que traspasa la fría pantalla del televisor. Por suerte ese momento se pudo encapsular para la eternidad. Y no sólo eso sino que se captó perfectamente toda la energía bruta que allí se generó entre una banda en estado de gracia y un público igual o más salvaje que ellos.
Pero esa noche en el Ritz hubo magia sobre el escenario, verdadera magia que traspasa la fría pantalla del televisor. Por suerte ese momento se pudo encapsular para la eternidad. Y no sólo eso sino que se captó perfectamente toda la energía bruta que allí se generó entre una banda en estado de gracia y un público igual o más salvaje que ellos.
Ahora, gracias a la
discográfica rusa DOL, podemos
disfrutar de este mítico concierto en vinilo. Dicha discográfica está reeditando
conciertos bootleg, principalmente de
los 90s, a unos precios muy asequibles y con un artwork muy cuidado (entre ellos Pantera o Black Crowes en Donington). El sonido de esta edición, extraído
directamente de la retransmisión que se hizo vía FM, es bastante bueno, aunque
le falta un poco de cuerpo. Da igual porque aunque el sonido no sea el más
óptimo (pero sí que es muy decente) yo tengo este directo al mismo nivel que
muchos de los grandes dobles directos de los 70 como el de UFO, Thin Lizzy o Deep Purple.
Poco más puedo añadir
que no se haya dicho ya sobre este mítico concierto. El set list de esa noche es sencillamente demoledor con el Appetite For Destruction casi al
completo más dos versiones: una brutal Mama
Kin, de sus adorados Aerosmith, y
la ya cansina Knockin' On Heaven's Door
de Bob Dylan.
Por lo demás el
concierto me lo sé de memoria. Puedo visualizar perfectamente a los cinco gunners en cada uno de los temas: la sempiterna sonrisa del entrañable Steven Adler tras las baquetas en la intro de Rocket Queen, el mítico snake
dance de un Axl más chulo y
glamuroso que nunca en Mr. Brownstone,
el tímido Izzy Stradlin en un rincón
ejecutando sus partes a la perfección, la actitud punkarra de Duff o Slash repartiendo sudorosos guitarrazos
a diestro y siniestro. Todos parecen batallar contra un público enloquecido que
agarra a Axl como si lo fueran a
desmembrar, que se suben al escenario para abrazar a cualquier de los miembros de la banda o para pillar la Gibson
de Slash como si la vida les fuese
en ello. Todo muy salvaje y destilando mucha mala leche. Pura actitud, puro Rock'n'Roll. Sin duda un momento único.
El mejor concierto de Guns'N'Roses en su mejor momento. Lo que vino después ya es otra historia y, si me apuras, otra banda.
El mejor concierto de Guns'N'Roses en su mejor momento. Lo que vino después ya es otra historia y, si me apuras, otra banda.
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