Poco antes de
empezar el concierto Luke Winslow-King
cenaba tranquilamente en un bar cercano a la Rocksound. Nadie diría que ese hombre, que pasaba totalmente
desapercibido, se subiría al acogedor escenario de la Rocksound y nos encandilaría a todos con su resplandeciente mojo a pleno rendimiento.
Luke Winslow-King es un tipo tranquilo, a la par que elegante,
tanto dentro como fuera de escena. Sus composiciones salpicadas de las sonoridades
clásicas de New Orleans (en algo se tenía que notar que vivió allí durante 15
años) están llenas de matices y pasajes sublimes. La voz de Luke, aparentemente sencilla, enamora y
con su guitarra transmite pasión en cada nota que toca.
Apostando
claramente por sus nuevos temas abrieron con Chicken Dinner, Leghorn
Women y la pegadiza Born To Roam,
todas ellas de su nuevo y recomendable disco Blue Mesa.
Luke aparca en esta gira sus sonoridades más swing, ragtime y netamente
New Orleans para centrarse en su
faceta más rockera, siempre moviéndose
con pasmosa soltura entre el soul, el
góspel y el blues. Como cuando soltó su guitarra para, micro en mano, hacernos
cantar al ritmo de Swing That Thing
cual maestro de ceremonias en plena catarsis con el entregado público.
Luke se acompaña de una solvente banda con un pletórico Robert Luti, a la guitarra, que es su gran baza, su as en la manga.
Un guitarrista exquisito que con las bellas Let’em Talk y Blue Mesa nos
hipnotizó a todos poniendo el alma en cada una de las notas que acariciaba de
su ajada Fender. Luti se llevó más
de una merecida ovación a lo largo de toda la noche y demostró, en diversas
ocasiones, que le da al slide como si
se hubiese criado en el mismísimo Delta del Mississippi. Por cierto que Luke tampoco se queda manco cuando
pilla el slide.
Sin grandes
parafernalias ni espavientos Luke y
los suyos finalizaron con Domino Sugar
y la rockera Thought I Heard You, con un público rendido ante tal demostración
de sinceridad y profesionalidad. Y es que, cuando dejas que la música hable a
manos de unos músicos tan honestos, no hace falta nada más.
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